domingo, 16 de noviembre de 2014

Segundas Oportunidades - Capitulo 3 - Todo un macho alpha

Ella parecía el tipo de mujer del que me podría enamorar. El problema es que ella estaba de pie al lado de la clase de mujer que me gustaría hacer el amor.”
-Jarod Kintz, Este libro no tiene titulo

Lo primero que noto es el líquido frio que moja mi camiseta, pegándola a mi cuerpo delgado y dejando los colores más oscuros de lo que eran antes, ahogándolos. Después oigo su voz profunda:

-Lo siento mucho, no miraba por donde iba. Espera que te limpio- dice disculpándose. Veo por el rabillo del ojo, sin todavía apartar la mirada de mi pecho, que se vuelve hacía la barra cogiendo un trapo.

-No te preocupes, no es culpa tuya, yo también iba un poco a lo loco- digo despegándome de mi pecho el tejido mojado que antes era mi camiseta. Entonces alzo la mirada y lo veo. 

Lo primero en lo que me fijo son sus ojos, rayos de luz de luna que quisieron ver mundo y se refugiaron en su mirada. Una parte recóndita de mi los asocia con la luna que podías ver en mitad del desierto: grande y clara, reina del cielo nocturno. Unos ojos que expresaran sorpresa al segundo de hacer contacto con los míos, tras la cual vino una inmensa alegría. Luego, me fijo en el resto de su rostro, duro con una barba de tres días, seductor  con una sonrisa que realiza promesas de sexo salvaje y regio con una nariz de estatua griega. Perfección enmarcada por una melena caoba hasta los hombros, anchos y musculados, principio de ese enorme cuerpo de ensueño con piel morena. Tengo delante a un dios entre mortales, un ser hermoso, hecho de peligro, misterio y lujuriosa pasión. Todo un macho alpha, dominando el entorno. Si tendría que definir la masculinidad daría a él como ejemplo.

Rose me da un codazo. Me había quedado observando al extraño con la boca abierta. ¡Qué vergüenza, por Dios! Noto como mis mejillas se vuelven carmesí y aparto la mirada. Escucho una risa grave y sensual que proviene de enfrente. Ni la música más bella del mundo puede competir con ese sonido.

-Trae, que te ayudo a limpiarte- dice atrayéndome un poco a él, y empezando a frotar con el trapo que cogió antes.

-N-No hace falta, p-puedo yo solo- tartamudeo, nervioso por la proximidad de su cuerpo con el mío.
-Tonterías- dice tajante. Al parecer se hace lo que él diga y  no hay replica ninguna. Sigue frotando la camiseta, y al rato la suelta. –Creo que ya esta- dice y me sonríe. No podre controlar la tienda de campaña que se formara en mis pantalones como siga sonriéndome así.

Miro mi camiseta. La mancha sigue estando, pero ya no se nota tanto, se quitara lavándola. Ya estoy viendo la bronca que me echara mi madre al verla. Oju…

-Gracias, pero no hacía falta- le digo, levantando la mirada y colisionando con sus soles. ¿Quién necesita poesía siendo el receptor de esa mirada? Esos ojos no son de este mundo. Podría mirarlos por horas. Me hipnotizan… Oigo su risa, divertida. Me doy cuenta de que me he quedado mirándolo otra vez. Mierda, ahora creerá que soy idiota. Mis mejillas se tiñen de rojo. Me da la sensación que me voy a sonrojar más el tiempo que este con él que en toda mi vida. Desvió la mirada y me encuentro a Rose mirando la escena divertida. ¿Pero a esta que le hace tanta gracia? A mí no me parece gracioso, estoy pasando mucha vergüenza.

-Te invito a una copa- dice el extraño, atrayendo de nueva mi atención, con voz seductora.- Es lo menos que puedo hacer por arruinarte la ropa.

-No hace falta, también fue mi culpa.

-Insisto- dice tajantemente, y rápidamente se vuelve hacia la barra y llama con la mano a un camarero, que al verlo se apresura a llegar hasta él.

-¿Qué desea señor?- dice apresuradamente, con cara de susto y con el cuerpo claramente rígido.

-Sírveme dos copas del Beringer de 1980- dice el hombre, autoritario. No entiendo las reacciones del barman, que parece que en cualquier momento se va a desmayar.

-Sí señor. Ahora mismo jefe- exclama, recordándome a un soldado, y se va corriendo a buscar el vino… ¡Un momento! ¿Le acaba de decir jefe? Mi cara seguramente estaba mostrando mi confusión, porqué mí misterioso accidente explica:

-Soy el dueño de la discoteca.

Lo dice como si nada, como si me dijera el tiempo que hace hoy. Me quedo estupefacto. No comprendo nada. Este hombre, puede tener a quien quisiera del club con solo chasquear sus dedos. No solo contando su cara bonita, sino también el dinero que tiene que poseer al ser el dueño del club más famoso de la ciudad. Pero él va, y me invita a una copa. ¿¡A mí?! No lo entiendo, ¿por qué querría estar con una birria como yo, pudiendo estar con una persona más guapa, madura e interesante? Pero… ¿¡qué digo?! Estoy suponiendo que él quiere algo conmigo muy rápidamente. Esto lo más seguro es que sea un acto de educación por su parte. Además, no sé si él juega en mi misma liga.

El camarero posa una botella de vino rosado sobre la mesa y la descorcha. Mientras se airea el vino, coge y limpia dos copas. No hace falta decir que yo no entiendo sobre vinos, pero no hace falta ser un experto para saber que ese vino es caro. Muy caro. Esto ya empieza a rallar lo absurdo. Solamente me ha manchado un poco la camiseta, ¿por qué tantas molestias?

El camarero termina de servir el vino y siguiendo la orden dada solamente con un simple gesto de cabeza de su jefe, lleva las dos copas a un reservado vacio.

-En serio, no hace falta que me invites a nada- digo cuando se vuelve el hombre.

-Bobadas- dice frunciendo el ceño.- Claro que hace falta. Me tengo que disculpar.

-No, no te tienes que disculpar. También ha sido mi culpa- insisto. ¡Pero qué tozudo es! ¿Es que no ve que yo no quiero nada? Digo rápidamente una escusa- Además, no puede dejar a mi amiga sola.

-Claro que puedes- dice la susodicha. La miro enfadado y ella me devuelve la mirada intentando aguantarse la risa.-Ya soy mayorcita, no hace falta que te quedes conmigo.

-Pero…-empiezo a decir, pero el hombre me interrumpe diciendo:

-Tu amiga tiene razón. Creo que ella es muy capaz de cuidarse sola.

-Eso, eso- le apoya Rose. Parece que se está divirtiendo mucho viéndome incomodo.-Tú vete con el maromo que yo me vuelvo a la pista de baile- empieza a volverse hacia allí.

-Pero, no…-digo intento retenerla pero un fuerte “adiós” suyo me corta antes de que ella se vaya rápidamente, dejándome solo con él. Sera traidora…

-Venga, sígueme es por aquí- dice el hombre cogiéndome del brazo y prácticamente arrastrarme hacia la mesa.

-Me rindo- digo, suspirando, mientras me siento.- Es imposible razonar contigo- admito que no he insistido mucho, pero eso nunca se lo diré.

-Siempre consigo lo que quiero- dice, mirándome intensamente a los ojos. Me recuerda a un animal, cazando…

Baby I'm preying on you tonight
Hunt you down, eat you alive
Just like animals, animals, like animals
Maybe you think that you can hide
I can smell your scent from miles
Just like animals, animals, like animals[1]

-Joder, pero que oportuna la canción.

-¿Así?- pregunta divertido. Mierda, he vuelto a hablar solo. Es una manía que tengo desde muy pequeño y nunca se me ha quitado. Ha ocasionado muchos accidentes, pero no me han dolido tanto como ahora.

Le miro, a los ojos, y lo único que veo en ellos es diversión, alegría y… hambre animal. Pero la parte oculta de mi ser que despertó al chocar contra él me dice que es más peligroso que un animal y yo soy su presa… No sé porque pienso eso. Me empieza a doler la cabeza, me estoy mareando. Sacudo la cabeza para intentar despejarme. Mis ojos captan la imagen de la vidriera con el movimiento. Desde mi posición se ve claramente. Cada vez que la miro descubro cosas nuevas que antes se me pasaron desapercibidas.

-La caída de los ángeles rebeldes- dice, de pronto, el extraño.

-¿Perdón?- digo, mirándolo confuso. Lentamente, las comisuras de sus labios forman una dulce sonrisa.

-El cuadro que representa la vidriera se llama La caída de los ángeles rebeldes- me  aclara. Gira un poco el cuerpo para poder ver mejor la vidriera.- Frans Floris de Vriendt en pintó en 1554. Representa la expulsión de los ángeles aliados de Lucifer, ya convertidos en demonios, del cielo a manos de los ángeles a servicio de Dios.

-Vaya…- No tenía ni idea de que representara un cuadro. Tendré que ir a más museos de ahora en adelante.

-¿Conoces al autor?-me pregunta, volviéndose a mirarme. Su mirada,  penetrante, me cala mientras espera mi respuesta.

-N-No, lo siento. Es la primera vez que lo escucho- digo, nervioso. Otra vez tengo las mejillas coloradas. Me entristezco, tengo la sensación de haberlo decepcionado… ¿Pero qué tonterías estoy diciendo? Lo acabo de conocer y puede que no lo vuelva a ver nunca más después de esta noche. No estoy en ningún examen. Es una tontería sentirme así.

-Frans Floris de Vriendt es pintor flamenco del siglo XVI, que en su temprana juventud viajo a Italia en donde se dedicó a estudiar a los grandes maestros: Leonardo, Miguel Ángel y Rafael, entre otros. Después, retornó a su ciudad natal para establecerse en ella definitivamente- me explica, pausadamente.- Destaca por haber introducido el manierismo y un conjunto de rasgos pictóricos de procedencia italiana que son llamados "romanismo" en Flandes y los Países Bajos. Por otra parte influyó directamente en su hermano el escultor y arquitecto Cornelis Floris de Vriendt. Su particular manierismo evidencia temáticamente y estilísticamente los influjos de la pintura flamenca, en el uso de colores sobrios y en la tensión de los personajes en escenas tales como las que tiene su obra del Juicio Final.

-Vaya…-me he quedado maravillado con su explicación. ¡Ni que lo acabara de leer en la Wikipedia!-Parece que te gusta mucho el autor…O mejor dicho su temática-digo mirando las imágenes que decoran las paredes del local. Él suelta una pequeña risita.

-Podemos decir que si… me gusta la temática-dice un pequeño retintín en la voz que no llego a pillar.-Estas imágenes me recuerdan a mi lugar de procedencia.

Se queda un rato mirando al vacio. ¿En que estará pensando? De pronto, vuelve a la realidad, mirándome y dedicando una de sus sonrisas. ¡Dios mío, como me gusta esa sonrisa!

-¿Y de dónde eres exactamente…?-empiezo a preguntar, pero me paro al darme cuenta de que no tengo ni idea de cuál es su nombre. Ni tampoco yo le he dicho el mío.-No se tu nombre- le digo y me pongo colorado. ¡¿Por qué mi sangre no puede parar de subir a mis mejillas?! Él empieza a reírse, sacudiendo la cabeza y dice:

-Oh, vaya, que descortés de mi parte hacer que me regalas tu precioso tiempo sin presentarme-estira su mano, ofreciéndomela para un apretón- Mi nombre en Amir Bazaaz. Es todo un placer conocerte…

-Adrien. Adrien García- digo rápidamente, poniéndome aún más rojo de lo que estaba antes. Le estrecho la mano, y una llamarada de calor me recorre el cuerpo, desde los dedos de los pies, pasando por mi médula espinal, hasta las puntas de mis caballos para terminar alojándose en mi corazón. Siempre he creído que eso de la chispa, una descarga eléctrica que sientes al tocar a otra persona junto a las mariposas en el estomago, eran una patraña. Eran cosas inventadas por personas que querían sentirse especiales, intentos para atraer a una persona con ellos. Seguramente intentos fallidos. Pero esto que he sentido… Entre nosotros no ha surgido la chispa, sino un jodido incendio.
Me doy cuenta que nos hemos quedado en rato callados, cogidos de las manos, simplemente mirándonos. Aparto la mirada de la suya, sonrojándome  mientras suelto su mano. Escucho una pequeña risa, irónica. ¿De qué se ríe?

Doy un sorbo al vino que no he tocado todavía. Está muy bueno. Todavía seguimos callados, sin decir nada. Nos rodea el silencio (todo el silencio que nos puede rodear estando en una discoteca con la música a tope). No es un silencio incomodo que hay que rellenar rápidamente con palabras vánales. Me siento a gusto con él. Pero hay algo que, sin saber que es, no me puede quitar de la cabeza…

Rápidamente me olvido de eso al escuchar la carnicería musical sale por los altavoces.

-Por favor que alguien le parta las piernas al DJ.

-¿No te gusta su elección musical?- me pregunta Amir divertido. Otra vez he hablado solo delante de él. ¡Pero qué vergüenza!

-Eh… No. Desde mi punto de vista el dubstep es a una matanza musical- digo sonrojado, como no.- Mozart esta en estos momentos revolviéndose en su tumba.- Amir se ríe con una carcajada sonora.

-¿Entonces crees que partirle las piernas en castigo suficiente para su crimen sonoro?- parece le divierte mucho esta conversación.

-Bueno… Pensándolo mejor, creo que es más adecuado partirle los brazos. Así no podrá poner esa música de nuevo- digo, empezando a divertirme con la absurda conversación.

-Cierto-dice, dedicándome una sonrisa que calienta todo mi cuerpo.-Nunca hubiera pensado que dentro de ese pequeño cuerpo tuyo encontraría a un cruel torturador. Me ha sorprendido mucho Adrien.

-No, no, no- digo riéndome. ¿Yo? ¿Un torturador? ¡Qué guasa!-Te equivocas. Lo de partir las piernas es una frase que Rose, mi amiga que has conocido antes, repite mucho y que ha mi se me ha pegado. Yo soy una persona anti-violencia total, y un blandengue. De hecho, me da muchísimo miedo la sangre.

-Así, se me olvidaba…-dice, casi imperceptiblemente, inundándole la melancolía en su rostro de ensueño.

-¿Eh?- digo, confuso. No entiendo a que se refiere. ¿Qué se le olvidaba?

-¿Te gusta el vino?- cambia de tema rápidamente.

-Sí, sí, esta buenísimo- digo y bebo un poco para remarcar mi afirmación. Estoy empezando a sentir los efectos del alcohol en mi cuerpo. Mañana tendré una resaca de cojones.

-Entonces, ¿qué música dirías que haría a Mozart descansar tranquilo en su sueño eterno?- me pregunta Amir.

-Bueno, para Mozart seguramente música clásica, pero yo prefiero otras cosas. Suelo escuchar un poco de todo- le empiezo a contar.-Menos dubstep, claramente, reggaetón y flamenco- añado con cara de hastió.

-¿Reggaetón? ¿Flamenco? Esos estilos no se suelen escuchar mucho por aquí.- dice confuso. Su cara de confusión es muy divertida y no puede evitar reírme un poco

-Mi madre es medio española y medio noruega. Me enseño el idioma y desde siempre he comido en casa platos típicos españoles- le aclaro.- Y, como ya habrás deducido, también escucho música de allí.

-Vaya, Adrien, estás hecho todo un cosmopolita-dice con esa sonríe que estoy empezando a adorar en silencio.- No paras de sorprenderme.

-Pues no se dé que, yo no soy para tanto.

Ante mi comentario su cara cambia, se vuelve seria. Para que cabreado. Me revuelvo incomodo en mi asiento, y empiezo a volver la mirada hacia otro lado, me da miedo mirarlo, pero detiene mi cara con un rápido movimiento, agarrándomela con su enorme mano.

-Adrien- pronuncia mi nombre con una suavidad que desprende fuerza, mirándome a los ojos. Su mirada en muy intensa. Sus soles arden, me queman. Mis ojos se llenan de lágrimas, me no derramo ninguna. No llores, Adrien joder, no llores. Trago saliva. Él, al ver que ha captado toda mi atención, continúa:

-Adrien, ni se te ocurra volver a decir que no eres para tanto. Tú vales mucho, aunque no te das cuenta porque sufres un grave caso del complejo mariposa.

-¿Complejo mariposa?- pregunto sin entender. ¿De qué está hablando? ¿Me he llamado mariposón y no me ha dado cuenta?

-Las mariposas no se dan cuenta de lo hermosas que son, solamente los que las pueden ver llegan a admirar sus belleza. Así que no importa cuántas veces me lleves la contraria, no importa cuántas veces lo niegues, no importa si piensas, pero siempre serás la persona con el cuerpo más perfecto, el rostro más hermoso y la voz más suave. Siempre serás la persona más amable, dulce, inteligente, simpática, considerada y especial que existe. No importa cuántas veces digas que no es así, pero serás lo más perfecto que piso la tierra. O por lo menos para mí y nada me hará cambiar de opinión.

Al terminar me suelta y aparta la mirada, pero yo sigo sin moverme, con la boca abierta, sin emitir sonido alguno. No sé qué decir. Lo acabo de conocer y me dice cosas como estas que no se si él está loco o si el loco soy yo y todo ha sido producto de mi mente delirante. Pero mi parte oculta no le parece raro, me cuenta que ha dicho cosas como estas antes y ninguna de ellas se las ha creído. Estoy hecho un lio. No sé qué pensar. Pero por golpe de suerte, o no, mis pensamientos se corten precipitadamente. El infierno se ha desatado en la pista de baile.







[1] Cariño, esta noche estoy dándote caza,/te persigo, te como viva,/justo como animales, animales, como animales./Quizás pienses que puedes escapar,/puedo oler tu rastro desde millas de distancia,/justo como animales, animales como animales. (Animals – Maroon 5)

3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho :D
    Te sigo y te invito a que te pases por mi blog.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Me gusta como escribes, tienes un estilo propio que me atrae y hace que uno se interese por lo que leer, felicidades por ello :)

    ¡Muchos besitos de café! ❤

    Mocca

    PD: Muy interesante tu blog, ¿Te gustaría que nos siguiéramos mutuamente? ^^

    ResponderEliminar