“Ella parecía el tipo de mujer del que me
podría enamorar. El problema es que ella estaba de pie al lado de la clase de
mujer que me gustaría hacer el amor.”
-Jarod Kintz, Este libro no tiene
titulo
Lo primero que noto es el líquido
frio que moja mi camiseta, pegándola a mi cuerpo delgado y dejando los colores
más oscuros de lo que eran antes, ahogándolos. Después oigo su voz profunda:
-Lo siento mucho, no miraba por
donde iba. Espera que te limpio- dice disculpándose. Veo por el rabillo del ojo,
sin todavía apartar la mirada de mi pecho, que se vuelve hacía la barra
cogiendo un trapo.
-No te preocupes, no es culpa
tuya, yo también iba un poco a lo loco- digo despegándome de mi pecho el tejido
mojado que antes era mi camiseta. Entonces alzo la mirada y lo veo.
Lo primero en lo que me fijo son
sus ojos, rayos de luz de luna que quisieron ver mundo y se refugiaron en su
mirada. Una parte recóndita de mi los asocia con la luna que podías ver en
mitad del desierto: grande y clara, reina del cielo nocturno. Unos ojos que
expresaran sorpresa al segundo de hacer contacto con los míos, tras la cual vino
una inmensa alegría. Luego, me fijo en el resto de su rostro, duro con una
barba de tres días, seductor con una
sonrisa que realiza promesas de sexo salvaje y regio con una nariz de estatua
griega. Perfección enmarcada por una melena caoba hasta los hombros, anchos y
musculados, principio de ese enorme cuerpo de ensueño con piel morena. Tengo
delante a un dios entre mortales, un ser hermoso, hecho de peligro, misterio y lujuriosa
pasión. Todo un macho alpha, dominando el entorno. Si tendría que definir la
masculinidad daría a él como ejemplo.
Rose me da un codazo. Me había quedado
observando al extraño con la boca abierta. ¡Qué vergüenza, por Dios! Noto como
mis mejillas se vuelven carmesí y aparto la mirada. Escucho una risa grave y sensual
que proviene de enfrente. Ni la música más bella del mundo puede competir con
ese sonido.
-Trae, que te ayudo a limpiarte-
dice atrayéndome un poco a él, y empezando a frotar con el trapo que cogió
antes.
-N-No hace falta, p-puedo yo
solo- tartamudeo, nervioso por la proximidad de su cuerpo con el mío.
-Tonterías- dice tajante. Al
parecer se hace lo que él diga y no hay
replica ninguna. Sigue frotando la camiseta, y al rato la suelta. –Creo que ya
esta- dice y me sonríe. No podre controlar la tienda de campaña que se formara
en mis pantalones como siga sonriéndome así.
Miro mi camiseta. La mancha sigue
estando, pero ya no se nota tanto, se quitara lavándola. Ya estoy viendo la
bronca que me echara mi madre al verla. Oju…
-Gracias, pero no hacía falta- le
digo, levantando la mirada y colisionando con sus soles. ¿Quién necesita poesía
siendo el receptor de esa mirada? Esos ojos no son de este mundo. Podría
mirarlos por horas. Me hipnotizan… Oigo su risa, divertida. Me doy cuenta de
que me he quedado mirándolo otra vez. Mierda, ahora creerá que soy idiota. Mis
mejillas se tiñen de rojo. Me da la sensación que me voy a sonrojar más el
tiempo que este con él que en toda mi vida. Desvió la mirada y me encuentro a
Rose mirando la escena divertida. ¿Pero a esta que le hace tanta gracia? A mí
no me parece gracioso, estoy pasando mucha vergüenza.
-Te invito a una copa- dice el
extraño, atrayendo de nueva mi atención, con voz seductora.- Es lo menos que
puedo hacer por arruinarte la ropa.
-No hace falta, también fue mi
culpa.
-Insisto- dice tajantemente, y
rápidamente se vuelve hacia la barra y llama con la mano a un camarero, que al
verlo se apresura a llegar hasta él.
-¿Qué desea señor?- dice
apresuradamente, con cara de susto y con el cuerpo claramente rígido.
-Sírveme dos copas del Beringer
de 1980- dice el hombre, autoritario. No entiendo las reacciones del barman,
que parece que en cualquier momento se va a desmayar.
-Sí señor. Ahora mismo jefe-
exclama, recordándome a un soldado, y se va corriendo a buscar el vino… ¡Un
momento! ¿Le acaba de decir jefe? Mi cara seguramente estaba mostrando mi confusión,
porqué mí misterioso accidente explica:
-Soy el dueño de la discoteca.
Lo dice como si nada, como si me
dijera el tiempo que hace hoy. Me quedo estupefacto. No comprendo nada. Este
hombre, puede tener a quien quisiera del club con solo chasquear sus dedos. No
solo contando su cara bonita, sino también el dinero que tiene que poseer al
ser el dueño del club más famoso de la ciudad. Pero él va, y me invita a una
copa. ¿¡A mí?! No lo entiendo, ¿por qué querría estar con una birria como yo,
pudiendo estar con una persona más guapa, madura e interesante? Pero… ¿¡qué
digo?! Estoy suponiendo que él quiere algo conmigo muy rápidamente. Esto lo más
seguro es que sea un acto de educación por su parte. Además, no sé si él juega
en mi misma liga.
El camarero posa una botella de
vino rosado sobre la mesa y la descorcha. Mientras se airea el vino, coge y
limpia dos copas. No hace falta decir que yo no entiendo sobre vinos, pero no
hace falta ser un experto para saber que ese vino es caro. Muy caro. Esto ya
empieza a rallar lo absurdo. Solamente me ha manchado un poco la camiseta, ¿por
qué tantas molestias?
El camarero termina de servir el
vino y siguiendo la orden dada solamente con un simple gesto de cabeza de su
jefe, lleva las dos copas a un reservado vacio.
-En serio, no hace falta que me
invites a nada- digo cuando se vuelve el hombre.
-Bobadas- dice frunciendo el ceño.-
Claro que hace falta. Me tengo que disculpar.
-No, no te tienes que disculpar.
También ha sido mi culpa- insisto. ¡Pero qué tozudo es! ¿Es que no ve que yo no
quiero nada? Digo rápidamente una escusa- Además, no puede dejar a mi amiga
sola.
-Claro que puedes- dice la
susodicha. La miro enfadado y ella me devuelve la mirada intentando aguantarse
la risa.-Ya soy mayorcita, no hace falta que te quedes conmigo.
-Pero…-empiezo a decir, pero el
hombre me interrumpe diciendo:
-Tu amiga tiene razón. Creo que
ella es muy capaz de cuidarse sola.
-Eso, eso- le apoya Rose. Parece
que se está divirtiendo mucho viéndome incomodo.-Tú vete con el maromo que yo me
vuelvo a la pista de baile- empieza a volverse hacia allí.
-Pero, no…-digo intento retenerla
pero un fuerte “adiós” suyo me corta antes de que ella se vaya rápidamente,
dejándome solo con él. Sera traidora…
-Venga, sígueme es por aquí- dice
el hombre cogiéndome del brazo y prácticamente arrastrarme hacia la mesa.
-Me rindo- digo, suspirando,
mientras me siento.- Es imposible razonar contigo- admito que no he insistido
mucho, pero eso nunca se lo diré.
-Siempre consigo lo que quiero-
dice, mirándome intensamente a los ojos. Me recuerda a un animal, cazando…
Baby I'm preying on
you tonight
Hunt you down, eat you
alive
Just like animals,
animals, like animals
Maybe you think that
you can hide
I can smell your scent
from miles
Just like animals,
animals, like animals[1]
-Joder, pero que oportuna la
canción.
-¿Así?- pregunta divertido. Mierda,
he vuelto a hablar solo. Es una manía que tengo desde muy pequeño y nunca se me
ha quitado. Ha ocasionado muchos accidentes, pero no me han dolido tanto como
ahora.
Le miro, a los ojos, y lo único
que veo en ellos es diversión, alegría y… hambre animal. Pero la parte oculta
de mi ser que despertó al chocar contra él me dice que es más peligroso que un
animal y yo soy su presa… No sé porque pienso eso. Me empieza a doler la
cabeza, me estoy mareando. Sacudo la cabeza para intentar despejarme. Mis ojos
captan la imagen de la vidriera con el movimiento. Desde mi posición se ve
claramente. Cada vez que la miro descubro cosas nuevas que antes se me pasaron
desapercibidas.
-La caída de los ángeles rebeldes-
dice, de pronto, el extraño.
-¿Perdón?- digo, mirándolo
confuso. Lentamente, las comisuras de sus labios forman una dulce sonrisa.
-El cuadro que representa la
vidriera se llama La caída de los ángeles
rebeldes- me aclara. Gira un poco el
cuerpo para poder ver mejor la vidriera.- Frans Floris de Vriendt en pintó en
1554. Representa la expulsión de los ángeles aliados de Lucifer, ya convertidos
en demonios, del cielo a manos de los ángeles a servicio de Dios.
-Vaya…- No tenía ni idea de que
representara un cuadro. Tendré que ir a más museos de ahora en adelante.
-¿Conoces al autor?-me pregunta,
volviéndose a mirarme. Su mirada,
penetrante, me cala mientras espera mi respuesta.
-N-No, lo siento. Es la primera
vez que lo escucho- digo, nervioso. Otra vez tengo las mejillas coloradas. Me
entristezco, tengo la sensación de haberlo decepcionado… ¿Pero qué tonterías
estoy diciendo? Lo acabo de conocer y puede que no lo vuelva a ver nunca más
después de esta noche. No estoy en ningún examen. Es una tontería sentirme así.
-Frans Floris de Vriendt es
pintor flamenco del siglo XVI, que en su temprana juventud viajo a Italia en
donde se dedicó a estudiar a los grandes maestros: Leonardo, Miguel Ángel y
Rafael, entre otros. Después, retornó a su ciudad natal para establecerse en
ella definitivamente- me explica, pausadamente.- Destaca por haber introducido
el manierismo y un conjunto de rasgos pictóricos de procedencia italiana que
son llamados "romanismo" en Flandes y los Países Bajos. Por otra
parte influyó directamente en su hermano el escultor y arquitecto Cornelis
Floris de Vriendt. Su particular manierismo evidencia temáticamente y
estilísticamente los influjos de la pintura flamenca, en el uso de colores
sobrios y en la tensión de los personajes en escenas tales como las que tiene
su obra del Juicio Final.
-Vaya…-me he quedado maravillado
con su explicación. ¡Ni que lo acabara de leer en la Wikipedia!-Parece que te
gusta mucho el autor…O mejor dicho su temática-digo mirando las imágenes que
decoran las paredes del local. Él suelta una pequeña risita.
-Podemos decir que si… me gusta
la temática-dice un pequeño retintín en la voz que no llego a pillar.-Estas
imágenes me recuerdan a mi lugar de procedencia.
Se queda un rato mirando al vacio.
¿En que estará pensando? De pronto, vuelve a la realidad, mirándome y dedicando
una de sus sonrisas. ¡Dios mío, como me gusta esa sonrisa!
-¿Y de dónde eres
exactamente…?-empiezo a preguntar, pero me paro al darme cuenta de que no tengo
ni idea de cuál es su nombre. Ni tampoco yo le he dicho el mío.-No se tu
nombre- le digo y me pongo colorado. ¡¿Por qué mi sangre no puede parar de
subir a mis mejillas?! Él empieza a reírse, sacudiendo la cabeza y dice:
-Oh, vaya, que descortés de mi
parte hacer que me regalas tu precioso tiempo sin presentarme-estira su mano,
ofreciéndomela para un apretón- Mi nombre en Amir Bazaaz. Es todo un placer
conocerte…
-Adrien. Adrien García- digo
rápidamente, poniéndome aún más rojo de lo que estaba antes. Le estrecho la
mano, y una llamarada de calor me recorre el cuerpo, desde los dedos de los pies,
pasando por mi médula espinal, hasta las puntas de mis caballos para terminar
alojándose en mi corazón. Siempre he creído que eso de la chispa, una descarga
eléctrica que sientes al tocar a otra persona junto a las mariposas en el
estomago, eran una patraña. Eran cosas inventadas por personas que querían
sentirse especiales, intentos para atraer a una persona con ellos. Seguramente
intentos fallidos. Pero esto que he sentido… Entre nosotros no ha surgido la
chispa, sino un jodido incendio.
Me doy cuenta que nos hemos
quedado en rato callados, cogidos de las manos, simplemente mirándonos. Aparto
la mirada de la suya, sonrojándome
mientras suelto su mano. Escucho una pequeña risa, irónica. ¿De qué se
ríe?
Doy un sorbo al vino que no he
tocado todavía. Está muy bueno. Todavía seguimos callados, sin decir nada. Nos
rodea el silencio (todo el silencio que nos puede rodear estando en una
discoteca con la música a tope). No es un silencio incomodo que hay que
rellenar rápidamente con palabras vánales. Me siento a gusto con él. Pero hay
algo que, sin saber que es, no me puede quitar de la cabeza…
Rápidamente me olvido de eso al
escuchar la carnicería musical sale por los altavoces.
-Por favor que alguien le parta
las piernas al DJ.
-¿No te gusta su elección
musical?- me pregunta Amir divertido. Otra vez he hablado solo delante de él.
¡Pero qué vergüenza!
-Eh… No. Desde mi punto de vista
el dubstep es a una matanza musical- digo sonrojado, como no.- Mozart esta en
estos momentos revolviéndose en su tumba.- Amir se ríe con una carcajada sonora.
-¿Entonces crees que partirle las
piernas en castigo suficiente para su crimen sonoro?- parece le divierte mucho
esta conversación.
-Bueno… Pensándolo mejor, creo
que es más adecuado partirle los brazos. Así no podrá poner esa música de
nuevo- digo, empezando a divertirme con la absurda conversación.
-Cierto-dice, dedicándome una
sonrisa que calienta todo mi cuerpo.-Nunca hubiera pensado que dentro de ese
pequeño cuerpo tuyo encontraría a un cruel torturador. Me ha sorprendido mucho
Adrien.
-No, no, no- digo riéndome. ¿Yo?
¿Un torturador? ¡Qué guasa!-Te equivocas. Lo de partir las piernas es una frase
que Rose, mi amiga que has conocido antes, repite mucho y que ha mi se me ha
pegado. Yo soy una persona anti-violencia total, y un blandengue. De hecho, me
da muchísimo miedo la sangre.
-Así, se me olvidaba…-dice, casi
imperceptiblemente, inundándole la melancolía en su rostro de ensueño.
-¿Eh?- digo, confuso. No entiendo
a que se refiere. ¿Qué se le olvidaba?
-¿Te gusta el vino?- cambia de
tema rápidamente.
-Sí, sí, esta buenísimo- digo y
bebo un poco para remarcar mi afirmación. Estoy empezando a sentir los efectos
del alcohol en mi cuerpo. Mañana tendré una resaca de cojones.
-Entonces, ¿qué música dirías que
haría a Mozart descansar tranquilo en su sueño eterno?- me pregunta Amir.
-Bueno, para Mozart seguramente música
clásica, pero yo prefiero otras cosas. Suelo escuchar un poco de todo- le
empiezo a contar.-Menos dubstep, claramente, reggaetón y flamenco- añado con
cara de hastió.
-¿Reggaetón? ¿Flamenco? Esos
estilos no se suelen escuchar mucho por aquí.- dice confuso. Su cara de confusión
es muy divertida y no puede evitar reírme un poco
-Mi madre es medio española y
medio noruega. Me enseño el idioma y desde siempre he comido en casa platos típicos
españoles- le aclaro.- Y, como ya habrás deducido, también escucho música de
allí.
-Vaya, Adrien, estás hecho todo
un cosmopolita-dice con esa sonríe que estoy empezando a adorar en silencio.- No
paras de sorprenderme.
-Pues no se dé que, yo no soy
para tanto.
Ante mi comentario su cara
cambia, se vuelve seria. Para que cabreado. Me revuelvo incomodo en mi asiento,
y empiezo a volver la mirada hacia otro lado, me da miedo mirarlo, pero detiene
mi cara con un rápido movimiento, agarrándomela con su enorme mano.
-Adrien- pronuncia mi nombre con
una suavidad que desprende fuerza, mirándome a los ojos. Su mirada en muy
intensa. Sus soles arden, me queman. Mis ojos se llenan de lágrimas, me no
derramo ninguna. No llores, Adrien joder, no llores. Trago saliva. Él, al ver
que ha captado toda mi atención, continúa:
-Adrien, ni se te ocurra volver a
decir que no eres para tanto. Tú vales mucho, aunque no te das cuenta porque
sufres un grave caso del complejo mariposa.
-¿Complejo mariposa?- pregunto
sin entender. ¿De qué está hablando? ¿Me he llamado mariposón y no me ha dado
cuenta?
-Las mariposas no se dan cuenta
de lo hermosas que son, solamente los que las pueden ver llegan a admirar sus
belleza. Así que no importa cuántas veces me lleves la contraria, no importa cuántas
veces lo niegues, no importa si piensas, pero siempre serás la persona con el
cuerpo más perfecto, el rostro más hermoso y la voz más suave. Siempre serás la persona más amable, dulce, inteligente,
simpática, considerada y especial que existe. No importa cuántas
veces digas que no es así, pero serás lo más perfecto que piso la tierra. O por
lo menos para mí y nada me hará cambiar de opinión.
Al terminar me suelta y aparta la
mirada, pero yo sigo sin moverme, con la boca abierta, sin emitir sonido
alguno. No sé qué decir. Lo acabo de conocer y me dice cosas como estas que no
se si él está loco o si el loco soy yo y todo ha sido producto de mi mente
delirante. Pero mi parte oculta no le parece raro, me cuenta que ha dicho cosas
como estas antes y ninguna de ellas se las ha creído. Estoy hecho un lio. No sé
qué pensar. Pero por golpe de suerte, o no, mis pensamientos se corten
precipitadamente. El infierno se ha desatado en la pista de baile.
[1]
Cariño, esta noche estoy dándote caza,/te persigo, te como viva,/justo como
animales, animales, como animales./Quizás pienses que puedes escapar,/puedo
oler tu rastro desde millas de distancia,/justo como animales, animales como
animales. (Animals – Maroon 5)
Me ha gustado mucho :D
ResponderEliminarTe sigo y te invito a que te pases por mi blog.
Un beso.
Me gusta como escribes, tienes un estilo propio que me atrae y hace que uno se interese por lo que leer, felicidades por ello :)
ResponderEliminar¡Muchos besitos de café! ❤
Mocca
PD: Muy interesante tu blog, ¿Te gustaría que nos siguiéramos mutuamente? ^^
Muy bueno, un abrazo.
ResponderEliminarHD